Nuevas paternidades: más que paternar, criar

Nuevas paternidades: más que paternar, criar

Nuevas paternidades: más que paternar, criar

¿Qué es lo primero que pensamos cuando recordamos y tratamos de verbalizar la relación estereotípica con un padre?

Los testimonios de muchas personas, quizá el de las más, recuerdan el vínculo con su padre con las siguientes palabras: ausencia, autoritarismo, provisión económica, frialdad. Otras, quizás las menos, lo recordarán de otra manera, opuesta por completo a esta. Y quizá, otras más, simplemente no tengan nada que recordar. 

Sin embargo, las narrativas actuales sobre la paternidad, dibujan formas nuevas y “rebeldes” de vivirla, experimentarla y comprenderla

Yo soy tu padre

Darth Vader, el Dios del Antiguo Testamento, Homero Simpson, Don Ramón y hasta Merlín de Buscando a Nemo se han colocado en el imaginario colectivo como figuras representantes de la paternidad. Son, a grandes rasgos, las representaciones arquetípicas más famosas y reconocidas sobre el ser padre que la cultura pop nos ha creado. 

Fragmento de Buenas noches Darth Vader de Jeffrey Brown.

Todos ellos, si pensamos en su forma de vivir la paternidad, tienen características muy semejantes: están ausentes, si bien no físicamente, sí emocionalmente; son autoritarios y establecen la violencia como su principal herramienta pedagógica; su trabajo, sus vicios o miedos, les impiden acercarse a sus hijxs; en fin, podríamos encontrar otras semejanzas en sus historias si seguimos. Pero con éstas, seguro bastará para ver hacia dónde vamos. 

Independientemente del rumbo y final que sus historias tuvieron, podemos recuperar cuatro conceptos alrededor de esta idea de paternidad: ausente, autoritario, violento y proveedor. Cuatro pilares que reproducen la idea hegemónica, sistémica, colonial y patriarcal de ser padre. 

Redefiniendo el ser padre

Hoy, la paternidad se encuentra bajo una constante deconstrucción que cuestiona los formas, los medios y el significado de ser padre, en comparación con los roles tradicionales que, como vimos arriba, están tan normalizado en nuestra sociedad, que nos han regalado a unas de las figuras más reconocidas de paternidad. 

Una verdad irrevocable es: nadie nace sabiendo cómo ser padre o madre. Pero en el caso de los hombres, la situación es más preocupante: los hombres están solos en el camino de aprender a paternar.

Mayormente, carecen de espacios y acompañamientos que les ayuden a entender y compartir sus emociones y sensaciones sobre el ser padre. A diferencia de las maternidades, es más común que las mujeres creen y encuentren espacios seguros y de acompañamiento que les ayuden a comprender la situación. 

Por otro lado, la paternidad sobrelleva también el peso del deber ser ante la sociedad.

Los hombres no deben mostrar sus sentimientos, deben ir a trabajar; deben proveer a sus familias con las necesidades básicas y más; tienen que ser rígidos, fríos, autoritarios y, si es el caso, violentos con sus hijxs; y también, deben engendrar para ser sus padres.

Los hombres, en conclusión: deben delegar las tareas de cuidado y protección a las madres.

Pero, ¿por qué? 

Los rumbos de las nuevas paternidades surgen ante nosotros si anteponemos un por qué a todas las afirmaciones hechas arriba. 

Ser padre sí es mostrar los sentimientos, afectos y vulnerabilidades ante la pareja y los hijxs. De hecho, esta responsabilidad emocional ayuda a fortalecer los vínculos de apego, por lo que se recomienda comenzar a establecerlos desde el embarazo (en caso de ser posible) y dejar de lado la idea de que el hombre es sólo un “acompañante” o un “servidor” durante el mismo. 

Foto: Cuartoscuro

Asimismo, ser padre no sólo es proveer. Nuestra sociedad suele establecer que la crianza no es una actividad productiva. Nada más lejos de la realidad. Criar y cuidar son acciones importantísimas, sobre todo, si nos hacemos conscientes de que para alcanzar un cambio significativo a nivel social, debemos criar hijxs diferentes. 

Recordemos que la actividad de la crianza y cuidado de los hijxs, ha sido frecuentemente responsabilidad de la madre. El hombre por su parte, al menos en la visión tradicional de la paternidad, no es parte de estas acciones. Por eso, en 4 de cada 10 hogares en México los padres están ausentes.

Sin embargo, en este punto, una de las principales problemáticas que nos encontramos es que la mayoría de las instituciones y empresas dan mayor importancia al papel del trabajador que al del padre. Las licencias de paternidad son prácticamente inexistentes, y de contar con ellas, los permisos dados son demasiado pequeños en oposición  a los de maternidad. Esto propicia y reproduce la idea de que las madres queden a cargo de las tareas de cuidado y crianza.

Los cuidados y la crianza desde la ternura crean figuras de apego. Un padre, entonces, no sólo es la figura autoritaria y violenta de la clásica frase “Ahorita que llegue tu padre vas a ver”. Al contrario, el padre también puede representar la sensibilidad, la apertura y la confidencialidad.

Criar y cuidar sobre maternar y paternar

La discusión sobre las paternidades y sus nuevos rumbos surgen de la visibilidad de las nuevas maternidades y nuevas familias. 

Cada día es más común encontrar “nuevos” modelos de familia en nuestra realidad occidental y colonial. La idea nuclear de familia (padre, madre e hijxs) está quedando atrás junto con los discursos coloniales y religiosos que la construyeron. Los vínculos familiares no se dan a partir de la sangre, sino a través del apego y de las corresponsabilidades afectivas

Madres que salen a trabajar, padres que se quedan en casa, familias homoparentales u homomaternales, familias que se conforman con no sólo dos sino más figuras parentales hacen que hablar de sólo padres o madres sea caduca.

Así, podemos establecer que la paternidad es libre, abierta, emocional y sensible. Que no debe basarse en el proveer, sino en los cuidados y en el tiempo de calidad de la crianza. Y que sobre todo, padre no es el que procrea, sino quien protege y construye

Pero lo más importante: no se debe ser padre para paternar.

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