La era del post-lujo: la ridícula vida de los ultrarricos 

La era del post-lujo: la ridícula vida de los ultrarricos 

Durante años, el lujo fue fácil de identificar: autos de alta gama, relojes con incrustaciones de diamantes, yates y mansiones en las ciudades más exclusivas del mundo.  

Pero en pleno 2025, el concepto de lujo se está reconstruyendo. Lo que realmente separa a los ultrarricos del resto de la humanidad ya no es el exceso visible. Es la capacidad de desaparecer, de vivir sin ser rastreados y de no estar sujetos a las mismas reglas que el resto:

Bienvenidos a la era del post-lujo, donde la verdadera riqueza no se ostenta, sino que se oculta

Hay más dinero, pero no para todos 

La desigualdad global no deja de profundizarse. Según Credit Suisse, en la actualidad hay 62.6 millones de personas con un patrimonio superior al millón de dólares. Una séptima parte de ellos posee más de cinco millones.  

Sin embargo, el 1% más rico del planeta ya concentra más del 45% de la riqueza mundial. Mientras, casi 2,800 millones de adultos tienen menos de 10,000 dólares en patrimonio. 

Lejos de frenarse, este fenómeno seguirá en ascenso. Se estima que para 2026 la riqueza global crecerá un 36%, lo que traerá consigo un aumento en el número de millonarios y milmillonarios. Tan sólo en 2024, Bloomberg reportó la aparición de 204 nuevos milmillonarios en el mundo.  

¿Democratización del lujo? No del todo 

Curiosamente, el lujo ha comenzado a alejarse de los productos tradicionales. Hoy en día, los ultrarricos ya no buscan necesariamente lo más caro, sino lo más exclusivo, lo que no está al alcance de nadie más.  

@_marianabotello

💡 El lujo ya no es un símbolo de estatus. ¿Qué lo reemplazó? En 2025, el estatus no se ve, se siente. Ya no se trata de qué tienes, sino de cómo vives. 🔥 Tiempo libre = Nuevo lujo (¿Cuántos pueden desconectarse de verdad?) 🔥 Experiencias únicas > Productos caros 🔥 Autenticidad radical (En un mundo de clones, ser real es la nueva exclusividad) #PostLuxury #Estatus2025 #QuietLuxury #Minimalismo #Futuro #Exclusividad #MoneyTalks #NewRich #WealthMindset

♬ sonido original – Mariana Botello

Incluso han dejado de consumir marcas de lujo con la misma frecuencia, optando por artículos más discretos o incluso dupes. Quizás por eso, las grandes marcas de lujo han comenzado a cambiar su enfoque, alejándose de la mera ostentación para ofrecer algo más profundo. As experiencias con nuevas drogas y acceso a espacios que otros jamás podrían tener

En este contexto, el lujo ha dejado de ser material. Como lo señala un informe de Oxfam, el 60% de la riqueza de los milmillonarios es heredada. Lo que significa que estas élites económicas ya no necesitan demostrar su poder con objetos. En su lugar, buscan la tranquilidad de saber que nunca serán alcanzados por las preocupaciones del resto

El privilegio supremo: desaparecer sin desconectarse 

Uno de los lujos más codiciados en esta era es la privacidad total. La mayoría de las personas está atrapada en la hiperconectividad. Los ultrarricos pagan por ser invisibles. Viven lejos de las redes sociales, sin exponerse, pero sin estar desconectados de la información crucial

Esto se traduce en la construcción de comunidades exclusivas. También en el auge de servicios de protección de datos, inversiones en islas privadas y la compra de propiedades en lugares donde puedan estar lejos del ruido del mundo sin renunciar a la exclusividad.

El verdadero estatus ya no está en lo que se muestra, sino en lo que se puede ocultar

La nueva clase ociosa: el tiempo como lujo máximo 

En un mundo donde la productividad se ha convertido en un imperativo, otro de los mayores lujos es el tiempo libre.  

Los ultrarricos ya no sólo buscan ganar más dinero, sino trabajar menos, liberarse de la presión del día a día y vivir sin la urgencia que rige la vida del resto. Algunos economistas han señalado que estamos viendo el nacimiento de una nueva clase ociosa

Para ellos, el futuro no está en el trabajo constante, sino en la inversión en valores a largo plazo: tranquilidad, bienestar y privacidad. Mientras tanto, el resto sigue atrapado en una dinámica de constante esfuerzo por sobrevivir en un mundo que les exige más pero les da menos. 

¿Monopolizar la buena vida? 

Si antes el lujo era cuestión de dinero, hoy es cuestión de acceso. Vivir sin ser rastreado, tener tiempo libre, controlar el flujo de información y procrear una familia tradicional estable son ahora los verdaderos indicadores de estatus. 

Mientras el resto de la población sigue luchando por pagar cuentas, trabajar más horas y mantenerse al día con un mundo cada vez más caótico, los ultrarricos han encontrado la forma de escapar.

Que no nos extrañe que, por ejemplo, los viajes a Marte con los que sueña Elon Musk sean la base de su utopía: vivir en un planeta con puros milmillonarios y dejar a su suerte a los pobres.  

Y no, no sólo se trata de los recursos con los que cuentan; es que viven en un mundo completamente diferente, donde las reglas que rigen la vida del común de los mortales simplemente no aplican. 

La pregunta es: ¿será que en el futuro el privilegio máximo no será lo que puedas poseer, sino lo que puedas evitar? 

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