El lado oscuro de Telegram
Fraudes cibernéticos, compra-venta ilegal, pornografía en sus múltiples variables y piratería son sólo algunas de las cosas que conforman el lado oscuro de Telegram, una app que se ha ganado la preferencia de las personas usuarias gracias, precisamente, a toda su seguridad.
Inicios académicos y democráticos
Telegram es una aplicación de mensajería instantánea fundada en 2013 por los hermanos Dúrov, Pável y Nikolái, de origen ruso.
Antes de crear Telegram, ambos hermanos ya gestionaban una red social que tuvo su fama sobre todo en países europeos: VKontakte o Vk pa’ los cuates. Ésta, en sus orígenes, funcionó como una aplicación para universitarios que buscaba democratizar los materiales y el conocimiento.
Pável Dúrov estudió filología en la Universidad Estatal de San Petersburgo y mientras se preparaba para convertirse en intérprete traductor, creó junto a su hermano un repositorio digital de archivos que ayudara a los estudiantes a encontrar cualquier tipo de material de manera gratuita.
Con el tiempo, no sólo los estudiantes, sino los padres de familia y demás personas comenzaron a utilizar esta aplicación, que para 2017 ya contaba con 400 millones de usuarios registrados.
Los Dúrov contra Rusia
La popularidad de VK fue tal, que pronto el gobierno ruso liderado por Vladímir Putin comenzó a interesarse en ella.
Sobre todo, porque un gran número de personas opositoras al régimen se encontraban en la aplicación y desde ahí se organizaban para realizar manifestaciones, cosa que evidentemente, molestó a las autoridades del país europeo.
Por tal motivo, el gobierno comenzó a presionar a los hermanos Dúrov para que les permitieran acceder a la información de las personas usuarias. Sin embargo, tanto Pável como Nikolái se negaron.
En respuesta, seguidores del régimen de Putin comenzaron a comprar acciones de VK hasta el punto en el que los propios hermanos tuvieron que vender lo que les correspondía en 2014.
Telegram: el inicio liberal y alternativo
Con la presión del gobierno ruso sobre los hermanos Dúrov y su aplicación VK, en 2013 Pável y Nikolái juntaron a las mentes más brillantes y hábiles de su equipo para crear otra aplicación de mensajería instantánea que fuera de código libre y permitiera a las personas conectarse de una manera segura.
Así fue como en agosto de 2013 nació Telegram.
El registro más reciente, según datos del mismo fundador, Telegram cuenta con más de 800 millones de personas usuarias.
Esta app se ha convertido en un producto de nicho, por así decirlo. Esto se debe a que su principal competidor, WhatsApp, le lleva la delantera en cuanto a popularidad. Mientras que Telegram se ha posicionado como una alternativa liberal y segura por su posicionamiento antisistema.
Además, a diferencia de la app de mensajería verde, Telegram ha utilizado a su favor la poderosa red de seguridad que desde sus inicios ofrecía a las personas un cifrado total de datos y mensajes.
Con el tiempo, WhatsApp ha ido sumando funcionalidades semejantes a las de Telegram. Sin embargo, en la mente de todas las personas usuarias, Telegram siempre será considerado como el “gran pionero”.
El lado oscuro de Telegram
La seguridad, el diferenciador más importante que tiene Telegram frente a Whatsapp, se ha convertido en uno de sus principales problemas y en el dolor de cabeza de las autoridades de varios países. Pero ¿por qué?
Según los expertos, mucho tiene que ver con que Telegram permite a las personas abrir una cuenta sin la necesidad de vincular un número telefónico.
Es decir, siempre que abres una cuenta en Whatsapp, necesariamente tiene que ir vinculada con tu número celular, en Telegram puedes fácilmente saltar este paso.
Esto sin duda alguna es positivo en cuanto a la privacidad y libertad de las personas usuarias. Sin embargo, también representa una oportunidad para quienes quieren dedicarse a actividades ilícitas. Pues al no existir un registro telefónico, no hay huella alguna que pueda ser rastreada después.
Así, es como Telegram se ha convertido en un paraíso para la venta de drogas, armas, información personal como cuentas bancarias, piratería, pornografía e, incluso, pedofilia y pederastia.
Un grupo para cada descosido
Al igual que Whatsapp, Telegram tiene la capacidad de crear grupos, pero sin duda alguna, estos son mucho más grandes pues pueden albergar hasta 200,000 perfiles.
Evidentemente, existen grupos de todo tipo y no es muy complicado encontrar aquellos de contenido delicado.
Como experiencia personal, sólo tuvimos que colocar en el buscador de la aplicación la palabra Grupo para que inmediatamente pudiera entrar a un “grupo principal” que contiene links para otros más que van desde la piratería de productos, hasta la pornografía.
Otra de las ventajas de Telegram es la capacidad que siempre ha tenido de crear bots en chats. Gracias a esto, ha habido constancia de la existencia de grupos cuya finalidad es la de comercializar con las criptomonedas.
En ellos, se insta a las personas a invertir en este tipo de productos y se les garantiza un retorno de todas las ganancias. Esto, evidentemente, se hace desde el anonimato y realmente no existe manera de que esto sea una garantía.
Asimismo, existen grupos cuya finalidad principal es comercializar información privada. Por ejemplo, tras una falla de los servidores de Facebook, comenzaron a aparecer grupos en Telegram que vendían correos y números de celular de las cuentas afectadas.
Filtraciones y pornografía
De igual manera, existe una gran cantidad de grupos que se dedican a la difusión de material pornográfico.
Esto se ha vuelto cada vez más preocupante pues ahora es común encontrar filtraciones de contenido de plataformas como OnlyFans y, evidentemente, de conversaciones personales.
Como referencia, tenemos el caso de Cho Joo-bin, un joven coreano de 25 años de edad que se encargaba de gestionar grupos de Telegram en los cuales las personas usuarias pagaban para ver a jóvenes realizar las más “extrañas peticiones”. En 2020, Choo Joo-bin fue finalmente detenido por las autoridades.
Telegram: los riesgos de la libertad
Con todo esto, Telegram se ha convertido en una de las aplicaciones que son parte del Fediverso, un conglomerado de apps que buscan liberar al internet y ofrecer total autonomía a sus usuarios.
Sin embargo, este iceberg que hemos descrito sobre Telegram nos hace cuestionarnos cuán poderosa o peligrosa puede ser la “libertad”.
¿Será que para garantizar una navegación segura para todos es necesario ir en contra de los pilares ideológicos que alguna vez buscaron ser la revolución en la comunicación de masas?
