Turbulencias en las naves del misterio: conspiracionismo radical

Desvelar “verdades secretas”, las triquiñuelas más enredadas de las élites globales, conocer las disputas de grupos (no necesariamente terrestres) que buscan hacerse del planeta o de la humanidad o descubrir los misterios más grandes de la iglesia, de la historia y de la geopolítica actual son temas que irremediablemente nos van a atraer.
Y es que claro, las teorías de conspiración o las historias paranormales han acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales pues han servido como una alternativa para explicar lo inexplicable.

Hay que decirlo, el morbo nos puede, pero esto no es un juicio, ni una crítica, pues no creemos que sea algo malo. Al final del día las teorías de conspiración o los también llamados hechos alternativos (eventos paranormales, parapsicología, etc.) cumplen muy bien con un objetivo: entretener.
Una investigación de YouGov mostró que en numerosos países occidentales, una significativa parte de la población sostiene al menos una creencia en teorías conspirativas. Por ejemplo, el 60% de los participantes en el Reino Unido, el 80% en Italia y el 85% en Hungría declararon aceptar alguna de estas teorías.

En México, no hay cifras actuales sobre la aprobación de este tipo de contenidos. Sin embargo, un estudio colaborativo realizado entre la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y la Universidad McGill de Canadá, en relación con las teorías conspirativas alrededor de la vacunación contra la Covid-19, se descubrió que de un total de 372 mexicanas y mexicanos participantes en dicho estudio, seis de cada diez pensaba que los gobiernos ocultan información sobre la pandemia y la vacunación.
Asimismo, basta ver el tipo de podcasts más populares en nuestro país. Del top 20 dado por Spotify, 7 de ellos están relacionados a estos tipos de temáticas.
¿Conspiración o radicalismo?
Las teorías de conspiración van más allá del simple entretenimiento; muchas veces, se convierten en vehículos para discursos radicales.
Éstas no sólo crean un «enemigo externo» común, sino que apelan al control de las élites, al catastrofismo y a la idea de una gran tribulación que amenaza con desmoronar el orden establecido. En este sentido, son herramientas que simplifican la complejidad del mundo, ofreciendo explicaciones fáciles para fenómenos sociales y políticos, a menudo repletas de prejuicios y miedos.

El Gran Reemplazo
Una de las teorías más emblemáticas en este sentido es la que se conoce como El Gran Reemplazo, la cual se asocia con narrativas fascistas, racistas y antimigrantes. Originada en Europa, esta idea encuentra resonancia en América con la llamada «Invasión de latinos» en EE.UU.
Esta teoría, que pinta a los migrantes como una amenaza para la identidad nacional, se ha visto reforzada por figuras públicas y movimientos pronatalistas que temen la «desaparición» de ciertos grupos étnicos. Elon Musk, por ejemplo, ha impulsado ideas similares a través de su apoyo a políticas pronatalistas.
Un clásico: el Terraplanismo
El terraplanismo es otro ejemplo de cómo las teorías conspirativas, a pesar de ser refutadas científicamente, persisten. Esta teoría no sólo desafía el consenso científico, sino que también coquetea con el antropocentrismo, sugiriendo que la humanidad ocupa un lugar privilegiado y central en el universo.

Además de que sus sustentos ideológicos aún reposan en discursos bíblicos radicales. Para esta teoría, la ciencia es el enemigo número uno, junto a ella también se puede contar con la conocida como La Tierra hueca.
Trump, nuestro salvador: QAnon
Esta teoría, que mezcla acusaciones infundadas de pedofilia contra figuras políticas (A.K.A Hillary Clinton, Barack Obama, etc.) con fantasías de salvación por parte de un líder mesiánico (A.K.A Donald Trump), ha tenido implicaciones reales y peligrosas, incluyendo ataques violentos y desinformación masiva.
En las conspiraciones, los buenos casi siempre son los mismos
En el ámbito de las creencias paranormales, algunas teorías sugieren que ciertas facciones políticas han recibido “apoyo extraterrestre”.
Un ejemplo notable es la supuesta ayuda celestial que los conquistadores españoles recibieron en la batalla de Santiago de Chile, una narrativa que busca justificar el dominio colonial a través de la intervención divina o extraterrestre.

Conspiritualidad: donde el wellness y el fascismo se llevan bien
Finalmente, fenómenos como la «conspiritualidad» demuestran cómo las narrativas New Age y de bienestar se han entrelazado con teorías conspirativas y discursos radicales.
Durante la pandemia, muchos de los que seguían estas corrientes se convirtieron en los principales promotores de ideas antivacunas, utilizando argumentos espirituales para justificar sus posturas.
Este comportamiento, que se remonta a las distorsiones espiritualistas del nazismo, muestra que las teorías conspirativas pueden ser adaptadas y utilizadas para sostener narrativas xenófobas y racistas bajo un manto de espiritualidad.
Conspirando contra la realidad
Las teorías de conspiración, al simplificar y distorsionar la realidad, reflejan miedos y ansiedades sociales profundas. Por lo que fácilmente, pueden convertirse en armas de propaganda política, utilizadas por movimientos radicales para desacreditar luchas sociales como el feminismo o los derechos LGBTQIA+.
A través del negacionismo y la desinformación, estas narrativas radicales buscan perpetuar estructuras de poder opresivas.



Aunque las teorías de conspiración puedan atraer por su carácter intrigante y misterioso, es crucial reconocer su potencial para propagar discursos radicales y divisivos, y entender las profundas ansiedades sociales que las alimentan.